Cada vez escribo menos. No es que tenga menos ideas, ya que siempre se puede escribir de cualquier tema, pero sí menos ganas.
De hecho, tan pocas ganas tengo que me algo en mi interior me dice que pare ahora mismo, que no siga. Que cierre esta ventana del navegador y que me ponga a hacer otras cosas. Que deje de perder el tiempo.
Siento que no tengo nada que transmitir, mi mente me dice que no vale la pena, que las palabras escritas no sustituyen a la experiencia real. Será por eso también que últimamente solo me apetece leer novelas y no puedo leer libros que traten de enseñarme algo durante más de 10 minutos seguidos.
¿Podría llamar a esto la escritura apática?
Se siente como una pesadez cercana al corazón, una repulsa. Que voy a contar si, al cabo de dos días, ya nadie se acuerda de eso, ni siquiera yo mismo.
¿Sólo para entretener un ratito?
No creo que el mundo necesite más palabras, sino menos.
Hubo una época, durante varios años, en la que escribía regularmente un diario. No cada día, pero si al menos una vez a la semana o un par de veces al mes. Escribí muchísimas páginas, con todo tipo de vivencias.
Y la verdad es que es una pasada volver a releerlo, aunque no es algo que haga a menudo. Pero las veces que lo he abierto es como si hubiera guardado una parte de mi vida allí. No está en ningún otro sitio. Guardé parte del pasado.
Si no estuvieran esos días guardados en el diario, no estarían en ninguna parte. Mi mente los olvidó por completo y la mente de las personas que estaban en ese momento conmigo hizo lo mismo. No existe ya.
Un día decidí dejar de escribir. Ya había tenido suficiente de tratar de guardar y organizar mi vida en pedazos de papel. Tenía que lanzarme al vacío, ver qué se sentía al dejar que mi vida, a partir de entonces, fuera completamente olvidada por mí mismo.
A partir de entonces viviría las experiencias, pero ya está. No serían guardadas en ningún sitio, más que en alguna foto casual. Dejaría una parte de mi vida en blanco.
Han pasado ya un par o tres de años desde ese momento. Algún día me ha dado por volver a escribir en el diario, pero de forma muy esporádica.
Y desde entonces siento una mayor paz. Siento que me estoy volviendo menos intelectual, menos organizado. Se me olvidan muchísimas cosas, la gran mayoría. Me distraigo mucho. Mi mente ya no es la que yo creía que era.
Las palabras siguen llenando mi cabeza todos los días, me hablo constantemente. Soy un poco pesado conmigo mismo.
Pero también siento que he empezado a romper ese castillo mental y a dejar pasar la luz del instante, de lo que realmente está pasando, aquello a lo que no se puede poner palabras.
Quiero hablar de creencias, de construcciones mentales, de lo que se siente al soltar una red y tratar de vivir sin muchos planes, sin esperar nada especial. Pero eso sería volver a dar vueltas intelectuales, es precisamente lo contrario a lo que siento.
Mi escritura apática me pide que pare, que deje esto aquí ahora y salga afuera, a tomar el sol.
A mí me encanta saber de tí. Estoy suscrita y aunque mi bandeja de entrada es el auténtico caos, tus post siempre los leo. Entiendo por lo que estas pasando porque es algo que está sucediendo a nivel global. La conciencia se está elevando. Ya no somos lo que éramos. Algo dentro de nosotros ha cambiado, nuestras creencias, nuestros patrones, nuestras prioridades, nuestra manera de vivir…..todo se ha venido abajo y algo nuevo está floreciendo, por eso nuestro ser rechaza según qué cosas, porque solo quiere SER. Solo hay que saber escucharlo y así lo estás haciendo.
¡Hola Saray! ^^ Muchas gracias, la verdad es que me halaga que mis correos lleguen a ti entre tantos otros, jajaja. Eso parece, que estamos en una época de grandes cambios y está bien vivirlos 🙂 Un abrazo!